El coleóptero Cerambyx Welensii está considerado más peligroso para la dehesa que "la seca". Investigadores de la finca La Orden avanzan en un modelo de trampas para controlar la especie. Por otro lado el Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal (IPROCOR) ha conseguido filmar un ejemplar de Coroebus Undatus en la finca La Carretona (Cáceres) cuya larva es conocida comunmente como"La Culebra del Corcho".
El Cerambyx Welensii es un animal traicionero. Cuando aún es una larva, se introduce en el interior de la encina o alcornoque y luego se la come desde el interior. En apariencia, el árbol está completamente sano, aunque por dentro esté hueco. De hecho, sólo se aprecia que está enfermo cuando viene una racha de viento y lo abate como si fuera de papel. Los expertos lo llaman 'cerambyx', aunque es más conocido como 'el taladro de la encina' y avisan de que es mucho más peligroso que la 'seca'.
La 'seca'. Durante los últimos tiempos ha sido una especie de hombre del saco para la dehesa. Un enfermedad desconocida que desecaba sin avisar a los árboles quercus; es decir, encinas y alcornoques.
Pero el 'taladro' es más preocupante. «Lo que sucede es que la 'seca' llama mucho la atención porque se aprecia su avance en los árboles. El cerambyx es mucho más insidioso. Puede infectar un árbol y que no se note, sólo cuando ya sea irreversible», asegura José Rafael Esteban, científico del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (Inia), y una de las voces más reputadas sobre este asunto.
Esteban estuvo esta semana en Badajoz, donde participó en una reunión de trabajo con sus colegas de la Junta de Extremadura. Juntos, llevan un lustro colaborando en un proyecto para controlar esta auténtica plaga. Y por el momento, los resultados son muy esperanzadores. La solución resulta de lo más sencilla: colocando trampas con el cebo adecuado.
Los trabajos corren a cargo del Ministerio de Ciencia e Innovación, la Junta de Extremadura y los fondos Feder de la UE. Está dividido en dos subproyectos, que desarrollan científicos extremeños y del Inia nacional, con sede en Madrid.
La 'seca'. Durante los últimos tiempos ha sido una especie de hombre del saco para la dehesa. Un enfermedad desconocida que desecaba sin avisar a los árboles quercus; es decir, encinas y alcornoques.
Pero el 'taladro' es más preocupante. «Lo que sucede es que la 'seca' llama mucho la atención porque se aprecia su avance en los árboles. El cerambyx es mucho más insidioso. Puede infectar un árbol y que no se note, sólo cuando ya sea irreversible», asegura José Rafael Esteban, científico del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (Inia), y una de las voces más reputadas sobre este asunto.
Esteban estuvo esta semana en Badajoz, donde participó en una reunión de trabajo con sus colegas de la Junta de Extremadura. Juntos, llevan un lustro colaborando en un proyecto para controlar esta auténtica plaga. Y por el momento, los resultados son muy esperanzadores. La solución resulta de lo más sencilla: colocando trampas con el cebo adecuado.
Los trabajos corren a cargo del Ministerio de Ciencia e Innovación, la Junta de Extremadura y los fondos Feder de la UE. Está dividido en dos subproyectos, que desarrollan científicos extremeños y del Inia nacional, con sede en Madrid.
Importancia económica
La dehesa no sólo es el ecosistema que más define a Extremadura. También es la base de la subsistencia de una importante masa de población. Pocas poblaciones conviven tan estrechamente con el entorno como la de amplias zonas de la región.
Se considera que una cuarta parte de nuestra superficie está formada por encinas y alcornoques. La dehesa arbolada constituye, muy probablemente, el agrosistema más equilibrado ecológicamente.
Por eso, el taladro es una amenaza de primer orden. Todavía no hay datos concluyentes, pero se considera que a estas alturas puede afectar a más del 20% de los árboles de la comunidad autónoma. Muchas veces, los problemas más complicados pueden ser resueltos de la manera más sencilla.
En este caso, la solución resulta efectiva y ecológica. Se basa en colocar trampas que contengan una sustancia atrayente para estos animales. José del Moral, responsable del proyecto en Extremadura, lo define como un «auténtico insecticida biológico», que no interviene sobre el entorno. El aspecto que más ha preocupado a los responsables se ha basado en encontrar la sustancia que más atrajera a los animales. Y es que el 'taladro' no suele salir de su madriguera, por lo que es necesario que el atrayente sea irresistible y eficaz.
Después de varios estudios, se ha llegado a la conclusión de que el mejor cebo es el zumo de melón, con mejores resultados que la cerveza y el vino azucarado. Se ha conseguido una efectividad del 75%. Esto es, se elimina a las tres cuartas partes de la población de animales adultos en una zona determinada.
Sin embargo, Esteban avisa de que esos resultados deben conseguirse al menos durante cinco campañas consecutivas. Esto es así porque se ha comprobado que estos coleópteros pasan entre tres y cinco años dentro del árbol en estado larvario hasta que se hacen adultos. Pero no se trata de eliminar completamente esta especie, sino más bien hacer una suerte de 'descaste ecológico'. Es decir, rebajar la población hasta niveles normales que no amenacen a las quercus. Otro de los avances establece que el mejor momento para iniciar la cacería es entre mediados de junio y de agosto. Sobre todo, a comienzos de julio es más fácil capturarlos.
Este 2009 es el año central de la investigación, y el proyecto tiene marcado 2010 para finalizar. A partir de ahora, los estudios marchan en tres direcciones.
Lo más importante es sintetizar la molécula del zumo de melón que atrae a los cerambyx. Una vez conseguida y creada en laboratorio, se podrá utilizar con mucha más efectividad. Esteban bromea que, en estos trabajos, se está utilizando algunas de las máquinas que aparecen en la serie de televisión CSI. Así, no habrá que preocuparse de que el zumo se deseque con el tiempo. Además, se está estudiando el número de trampas por hectárea que se deben colocar para asegurar la efectividad. Igualmente, se quiere alcanzar el diseño que sea más operativo.
La dehesa no sólo es el ecosistema que más define a Extremadura. También es la base de la subsistencia de una importante masa de población. Pocas poblaciones conviven tan estrechamente con el entorno como la de amplias zonas de la región.
Se considera que una cuarta parte de nuestra superficie está formada por encinas y alcornoques. La dehesa arbolada constituye, muy probablemente, el agrosistema más equilibrado ecológicamente.
Por eso, el taladro es una amenaza de primer orden. Todavía no hay datos concluyentes, pero se considera que a estas alturas puede afectar a más del 20% de los árboles de la comunidad autónoma. Muchas veces, los problemas más complicados pueden ser resueltos de la manera más sencilla.
En este caso, la solución resulta efectiva y ecológica. Se basa en colocar trampas que contengan una sustancia atrayente para estos animales. José del Moral, responsable del proyecto en Extremadura, lo define como un «auténtico insecticida biológico», que no interviene sobre el entorno. El aspecto que más ha preocupado a los responsables se ha basado en encontrar la sustancia que más atrajera a los animales. Y es que el 'taladro' no suele salir de su madriguera, por lo que es necesario que el atrayente sea irresistible y eficaz.
Después de varios estudios, se ha llegado a la conclusión de que el mejor cebo es el zumo de melón, con mejores resultados que la cerveza y el vino azucarado. Se ha conseguido una efectividad del 75%. Esto es, se elimina a las tres cuartas partes de la población de animales adultos en una zona determinada.
Sin embargo, Esteban avisa de que esos resultados deben conseguirse al menos durante cinco campañas consecutivas. Esto es así porque se ha comprobado que estos coleópteros pasan entre tres y cinco años dentro del árbol en estado larvario hasta que se hacen adultos. Pero no se trata de eliminar completamente esta especie, sino más bien hacer una suerte de 'descaste ecológico'. Es decir, rebajar la población hasta niveles normales que no amenacen a las quercus. Otro de los avances establece que el mejor momento para iniciar la cacería es entre mediados de junio y de agosto. Sobre todo, a comienzos de julio es más fácil capturarlos.
Este 2009 es el año central de la investigación, y el proyecto tiene marcado 2010 para finalizar. A partir de ahora, los estudios marchan en tres direcciones.
Lo más importante es sintetizar la molécula del zumo de melón que atrae a los cerambyx. Una vez conseguida y creada en laboratorio, se podrá utilizar con mucha más efectividad. Esteban bromea que, en estos trabajos, se está utilizando algunas de las máquinas que aparecen en la serie de televisión CSI. Así, no habrá que preocuparse de que el zumo se deseque con el tiempo. Además, se está estudiando el número de trampas por hectárea que se deben colocar para asegurar la efectividad. Igualmente, se quiere alcanzar el diseño que sea más operativo.
En noviembre de 1986, agricultores de Burguillos del Cerro avisaron a los servicios agrícolas de la Junta de Extremadura de la proliferación de encinas muertas que habían quedado prácticamente agujereadas. Tras un primer estudio, los funcionarios determinaron que se trataba de cerambyx, un insecto de gran tamaño (puede alcanzar los 65 mm de longitud), que está unos 3 años en el interior del tronco de los ár-boles, perforando galerías. Sólo sale de noche para aparearse, de ahí que no fuera conocido por la gente de la zona.
Expansión
Los primeros estudios se realizaron sobre una muestra de 20.000 árboles, con el resultado de que estaban infectados el 13% de los analizados. Por regla general, un valor superior al 10% se considera preocupante. En algunas zonas, además, la incidencia superaba el 90%. Así pasaba en Jerez de los Caballeros, Fregenal de la Sierra o Burguillos del Cerro.
Este diario ya informaba en 1990 de la alarma provocada por estos insectos. Sin embargo, entonces se pensaba que era una variedad distinta a la que realmente ma- chacaba los árboles. Y es que ambos sólo se pueden distinguir debajo de un microscopio.
Investigaciones posteriores han hablado de tasas que rondan el 20% del total del arbolado de la dehesa de la región, una cantidad que ya se da por superada.
Sin embargo, el 'taladro' ha estado siempre ahí. Incluso, es posible que más tiempo que los primeros extremeños.
Entonces ¿por qué se ha convertido en plaga? La explicación más aceptada le echa la culpa a la mano del hombre.
Mal manejo
«Fundamentalmente, habría que hablar de un mal manejo de la dehesa. De hecho, quizás llevemos más de un siglo tratándola de esta manera. Hay estudios que dicen que, desde 1950, Extremadura ha perdido más de siete millones de quercus», incide José del Moral, uno de los responsables del equipo que lucha contra esta plaga. Entre los responsables de esta pérdida, están las plagas de insectos, pero también tiene mucho que ven en ello la sobreexplotación.
Para Del Moral, estos animales atacan especialmente a los árboles viejos, que son más fáciles de horadar por tener la madera más seca. En cierta manera, y en condiciones normales, se podría decir que colaboran en la regeneración de los bosques.
Sin embargo, la dehesa extremeña se caracteriza por ser muy vieja, ya que tiene muy poca renovación vegetal.
Los árboles mueren o son eliminados y no se planta ninguno en su lugar. En esa coyuntura, cualquier quercus resulta apetitosa para un animal con tanta voracidad.
Los primeros estudios se realizaron sobre una muestra de 20.000 árboles, con el resultado de que estaban infectados el 13% de los analizados. Por regla general, un valor superior al 10% se considera preocupante. En algunas zonas, además, la incidencia superaba el 90%. Así pasaba en Jerez de los Caballeros, Fregenal de la Sierra o Burguillos del Cerro.
Este diario ya informaba en 1990 de la alarma provocada por estos insectos. Sin embargo, entonces se pensaba que era una variedad distinta a la que realmente ma- chacaba los árboles. Y es que ambos sólo se pueden distinguir debajo de un microscopio.
Investigaciones posteriores han hablado de tasas que rondan el 20% del total del arbolado de la dehesa de la región, una cantidad que ya se da por superada.
Sin embargo, el 'taladro' ha estado siempre ahí. Incluso, es posible que más tiempo que los primeros extremeños.
Entonces ¿por qué se ha convertido en plaga? La explicación más aceptada le echa la culpa a la mano del hombre.
Mal manejo
«Fundamentalmente, habría que hablar de un mal manejo de la dehesa. De hecho, quizás llevemos más de un siglo tratándola de esta manera. Hay estudios que dicen que, desde 1950, Extremadura ha perdido más de siete millones de quercus», incide José del Moral, uno de los responsables del equipo que lucha contra esta plaga. Entre los responsables de esta pérdida, están las plagas de insectos, pero también tiene mucho que ven en ello la sobreexplotación.
Para Del Moral, estos animales atacan especialmente a los árboles viejos, que son más fáciles de horadar por tener la madera más seca. En cierta manera, y en condiciones normales, se podría decir que colaboran en la regeneración de los bosques.
Sin embargo, la dehesa extremeña se caracteriza por ser muy vieja, ya que tiene muy poca renovación vegetal.
Los árboles mueren o son eliminados y no se planta ninguno en su lugar. En esa coyuntura, cualquier quercus resulta apetitosa para un animal con tanta voracidad.
El insecto y su primo el enchufado
Todos los estudios que se han realizado sobre los 'taladros' capturados en Extremadura determinan que pertenecen a la variedad de cerambyx welensii. Aunque no lo parezca, esto es una buena noticia, porque pueden ser eliminados sin ningún tipo de problemas. Si aquí se encontraran ejemplares del cerambyx cerdo, tendríamos el mismo problema que las dos Castillas. Y es que el 'cerdo', a diferencia de su primo el welensii, es una especie protegida. No se puede cazar.
Los científicos que conocen la historia la cuentan con sorna. Alguien en Bruselas, quizás mal aconsejado por «ecologistas desinformados», decidió que este 'cerdo' debía entrar en el catálogo de coleópteros protegidos para sortear la acción de los coleccionistas de insectos. Era lo que le faltaba a este animal, conocido por su voracidad y peligro cuando hay superpoblación. Que lo pregunten en Salamanca, donde se ha comido ya 6.000 hectáreas, y sin poder hacerles nada.
Los científicos que conocen la historia la cuentan con sorna. Alguien en Bruselas, quizás mal aconsejado por «ecologistas desinformados», decidió que este 'cerdo' debía entrar en el catálogo de coleópteros protegidos para sortear la acción de los coleccionistas de insectos. Era lo que le faltaba a este animal, conocido por su voracidad y peligro cuando hay superpoblación. Que lo pregunten en Salamanca, donde se ha comido ya 6.000 hectáreas, y sin poder hacerles nada.
Más información: Folleto Divulgativo sobre Cerambyx Welensii
COROEBUS UNDATUS
El Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal (IPROCOR) ha conseguido filmar un ejemplar de Coroebus Undatus en la finca La Carretona (Cáceres) cuya larva es conocida comunmente domo"La Culebra del Corcho". Esta larva deja a su paso una especie de "surcos" entre el corcho y la capa madre del alcornoque afectando directamente a la calidad del corcho de producción lo que se traduce en un problema económico importante tanto para el productor como para la industria transformadora. Está comprobado que en fincas libres de "culebra" en sacas anteriores actualmente está proliferado este mal.
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